¿Cómo promover la Inteligencia Emocional en los niños?

¿Cómo promover la Inteligencia Emocional en los niños?

Aprender a identificar, expresar y gestionar las emociones resulta fundamental para que los niños puedan disfrutar de una óptima y saludable Inteligencia Emocional

La Inteligencia Emocional es la capacidad que tenemos de identificar, entender y regular nuestras emociones, que nos ayuda a ser más felices y a establecer relaciones más saludables con las demás personas. Dicho esto, es de gran importancia cultivarla desde que somos muy pequeños y, en Amenara, te ayudamos a hacerlo mediante las siguientes estrategias:

  • Identificar: es conveniente ayudar al niño en la identificación de las diferentes emociones básicas: alegría, asco, enfado, miedo, sorpresa y tristeza. Para ello, previamente, debemos asegurarnos de que comprende el significado de cada una de ellas y, luego, podemos trabajarlas preguntándole, por ejemplo, qué tal ha ido el día y extrayendo de su respuesta diferentes escenarios. Esto es: si el niño nos dice que le han roto el juguete que había llevado al colegio, podemos alentarle a decir qué sintió en ese momento.
  • Expresar tus emociones: nosotros como padres actuamos como modelos de nuestros hijos tanto directa como indirectamente. Es por ello que, si nuestro objetivo es que aprendan a transmitir lo que les ocurre y lo que sienten, es importante que les demos ese ejemplo, contándoles cómo nos sentimos ante determinadas situaciones. Por ejemplo, “hoy estoy un poco triste porque han despedido a una gran compañera en el trabajo” o, bien, “me enfado mucho cuando no recogen la mesa”.
  • Regular: es posible que, en algún momento, los niños tengan una rabieta y, en consecuencia, tiendan a gritar o, incluso, a golpear a personas o cosas. Por ello, debemos ayudarles a canalizar esa emoción y a buscar una alternativa a ese tipo de conductas. Por ejemplo, podemos acondicionar con nuestro hijo un lugar en casa al que pueda recurrir cuando esté enfadado con el objetivo de relajarse. Cabe señalar que en él no deben faltar elementos que inviten a la tranquilidad como libros, música, plastilina o pinturas. De este modo, ante una rabieta, el niño acudirá a su rinconcito y, tras haberse relajado, podremos hablar con él sobre lo ocurrido.
  • Normalizar: debemos enseñarle que no está mal sentir una determinada emoción en un momento dado, es decir, que no pasa nada por estar triste, enfadado ni contento, dado que, simplemente, es el resultado de lo que un determinado evento nos hace sentir.
Inteligencia Emocional en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Trabajar la empatía: no se trata únicamente de conocernos y saber cómo nos sentimos sino de tener en cuenta cómo lo que hacemos o decimos puede repercutir en las emociones de las demás personas. Por ello, si por ejemplo, nuestro hijo ha empujado a un niño, deberemos ayudarle a reflexionar sobre cómo se habrá sentido ese niño y porqué. Cabe señalar que la empatía, también, la podemos trabajar por medio de cuentos: ¿cómo se puede sentir este personaje? ¿por qué has llegado a esa conclusión? De este modo, no sólo fomentamos el desarrollo de la empatía de nuestro hijo sino también la lectura.

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6 trucos para lograr tus propósitos de año nuevo

6 trucos para lograr tus propósitos de año nuevo

Establecer acciones que nos ayuden a cumplir nuestros objetivos, enumerarlas y planificarlas son algunas de las estrategias para hacer realidad aquello que te propongas  

Con el comienzo del nuevo año, es habitual que muchas personas quieran un cambio en sus vidas: dejar malas costumbres, hacer más deporte, bajar de peso, etc. Sin embargo, frecuentemente, esa intencionalidad se queda en saco roto y continuamos igual. Para evitarlo, les daremos 6 trucos para conseguir hacer realidad nuestros propósitos.

  • Establecer objetivos: claros y realistas, concretándolos lo más detalladamente posible. Por ejemplo, debemos evitar las ideas del tipo “quiero ser más feliz” o “quiero bajar peso” puesto que resultan ser un tanto abstractas y, por el contrario, intentar materializarlas en acciones que nos ayuden a cumplir nuestros propósitos: “viajar más”, “pasar más tiempo en familia”, “ir al gimnasio dos días a la semana” o “bajar 10 kilos”.
  • Enumerar: deberemos señalar todas aquellas acciones que tendremos que hacer para lograr nuestros objetivos. Por ejemplo, en el caso de querer bajar de peso, podríamos decir: 1. Recurrir a un/una dietista para que nos haga un seguimiento y nos de unas pautas de alimentación; 2.Hacer ejercicio físico dos días a la semana; 3. Evitar comer entre horas; 4. Usar el coche o el transporte público sólo cuando sea estrictamente necesario, etc.
  • Priorizar: en el caso de tener más de un propósito, es importante priorizar y comenzar por uno de ellos puesto que, de esta forma, nos resultará más sencillo conseguir lo que nos propongamos y evitar la saturación de múltiples cambios simultáneos. Recuerden que “el que mucho abarca, poco aprieta” y, en este caso, no va a ser menos.
  • Planificar: tenemos que saber cómo, cuándo y dónde. Para ello, podemos hacer un horario o recurrir a un calendario convencional en el que detallaremos nuestro plan de acción. Por ejemplo, el próximo lunes me apuntaré al gimnasio e iré, regularmente, los martes y jueves de 19:00 a 20:00h. Es de importancia señalar que resulta fundamental poner fechas porque, de lo contrario, tenderemos a la procrastinación y, en consecuencia, irán pasando los días y las semanas y nunca será el momento adecuado para empezar.
Cómo lograr los propósitos de año nuevo
  • Poner metas a corto plazo: con ellas evitaremos la desmotivación y el abandono de nuestro plan de acción en situaciones en las que, nuestro objetivo final, no tiene lugar de manera inmediata. Por ejemplo, podemos querer bajar 15 kilos, objetivo que podría llevarnos varios meses. No obstante, para evitar caer en la sensación de no llegar al peso deseado a pesar de nuestro esfuerzo, podemos establecernos metas mensuales con ayuda de un profesional como bajar, al menos, medio kilo. Así, no sólo nos sentiremos satisfechos de nuestros logros sino que contaremos con la motivación suficiente para continuar nuestra labor.
  • Creer en ti: este punto resulta fundamental. Al proponernos un cambio, debemos confiar en nuestra capacidad de llevarlo a cabo y, por supuesto, de conseguirlo. De no ser así, es probable que, ante el primer obstáculo, nuestra tendencia sea darnos por vencidos. Del mismo modo, debemos estar convencidos de querer ese cambio, es decir, de tener la suficiente motivación para hacer los esfuerzos que sean necesarios para lograrlo.

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¿Es bueno ser muy autocrítico?

¿Es bueno ser muy autocrítico?

La autocrítica nos ayuda a ser conscientes de nuestros propios errores o aspectos mejorables. No obstante, puede llegar a ser patológica si nunca estamos conformes con lo que hacemos y nos limitamos a juzgarnos y culpabilizarnos

La autocrítica la podemos definir como la valoración que hacemos sobre cada cosa que decimos o hacemos, que nos ayuda a ser conscientes de nuestros propios errores o de aquellos aspectos que podríamos mejorar. Con ella, tenemos la posibilidad de conocer nuestros puntos débiles y actuar en consecuencia, fomentando así nuestro crecimiento personal. Sin embargo, la autocrítica no siempre es positiva y es, entonces, cuando hablamos de su carácter desadaptativo

La autocrítica desadaptativa surge cuando las personas, continuamente, juzgan cada cosa que hacen, sintiendo que nada es lo suficientemente bueno. Esto, como es de esperar, conlleva una valoración negativa, dando lugar a sentimientos recurrentes de culpabilidad. Por tanto, no se trata de una crítica, que tenga por objetivo mejorar sino de un reproche constante y destructivo hacia el propio individuo.

Basándonos en lo dicho, podemos indicar que estas personas se caracterizan por:

  • Focalizar la atención en lo negativo: es común, que no tengan en cuenta el esfuerzo ni los buenos resultados de cada cosa que hacen. Es más, suelen hacer generalizaciones y aferrarse a aquello que no les ha gustado por mínimo que nos pueda parecer, obteniendo como resultado una disconformidad con lo realizado.
  • Ser perfeccionistas: originando unas expectativas muy altas e, incluso, irrealistas sobre lo que estaría bien o mal y generando elevados niveles de estrés y ansiedad, que acabarían repercutiendo en su rendimiento. Se trata, por tanto, de personas que tienen dificultades para comprender que el mero hecho de no hacer las cosas perfectas, no implica que no estén bien ni que no sean igual de válidas.
Psicólogo para desarrollo personal en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Tener baja autoestima: generalmente, son personas que tienen baja confianza en sí mismas, es decir, poca seguridad en su capacidad de hacer frente a cualquier situación por sí solas lo cual se relaciona inversamente con la autoestima y el sentimiento de valía.
  • Tener un modelo en el entorno: muchas veces, sin darnos cuenta, imitamos y/o adquirimos la manera de actuar de las personas más próximas, ya sea en relación a cosas banales como doblar la ropa; o, bien, respecto a otras cuestiones como podría ser el caso de la gestión y afrontamiento de emociones y situaciones. Esto es: si en nuestro entorno contamos con una persona que tiende a actuar de manera excesivamente crítica, es posible que nosotros tengamos cierta tendencia a actuar de la misma manera.

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¿Por qué son tan importantes nuestros pensamientos?

¿Por qué son tan importantes nuestros pensamientos?

Los pensamientos y expectativas, que tenemos sobre nosotros mismos, determinan nuestra manera de actuar e interfieren directamente tanto en nuestro autoconcepto como en nuestra autoestima

Con frecuencia, desde que somos muy pequeños, nos vemos envueltos en comentarios y expectativas de la mano de las personas de nuestro entorno sobre cómo seremos o qué haremos. Todos ellos relativos a gustos, forma de ser e, incluso, a nuestra carrera profesional.

A medida que vamos creciendo, esas creencias se fusionan con las propias y, en consecuencia, condicionan cada conducta o actitud a lo largo de nuestra vida, orientándonos a seleccionar y/o aceptar aquellas ideas acordes a lo que pensamos o se espera de nosotros. Dicho esto, podemos diferenciar entre dos conceptos que, aunque se relacionan entre sí, difieren en algunos aspectos:

  • Efecto Pigmalión: hace referencia a los pensamientos que podemos tener acerca de otra persona que, sin darnos cuenta, promueven que actúe como se espera de ella o, bien, asuma la creencia que se tiene sobre ella. Por ejemplo, si una madre considera torpe a su hijo y, constantemente, se lo hace saber directa o indirectamente, el niño terminará asumiendo esa condición y, por tanto, es de esperar que, entre otras cosas, deje de esmerarse en los estudios, argumentando que no tiene sentido esforzarse si es torpe. Por el contrario, si una madre piensa que su hijo es muy avispado, ese pensamiento se verá reflejado positivamente en la actitud del niño, ya que es posible que éste se encuentre más motivado al estudio al considerar que puede con ello sin dificultad.
Modificación de pensamiento en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Profecía autocumplida: alude a los pensamientos que tenemos sobre nosotros mismos, que de manera similar al caso anterior, condicionan lo que hacemos y acaban confirmando nuestras creencias. Siguiendo con el ejemplo anterior, si un niño piensa que es torpe, hace un examen y suspende, una vez más, corroborará y reforzará su creencia. En contraposición, si un niño confía en que podrá desenvolverse sin dificultad en un examen, es más probable que obtenga una buena calificación.

Partiendo de lo expuesto con anterioridad, resulta fundamental tomar conciencia de la implicación que pueden tener los pensamientos y expectativas tanto en la propia conducta como en la de las personas que nos rodean. Del mismo modo, es necesario señalar la repercusión que tienen en el autoconcepto y autoestima, especialmente, en el caso de los niños y adolescentes, que resultan ser más permeables.

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¿Qué puedo hacer para que mi hijo obedezca?

¿Qué puedo hacer para que mi hijo obedezca?

Consensuar entre los padres la educación de los hijos, juzgar exclusivamente las actitudes y establecer límites y normas firmes son algunas de las recomendaciones para mejorar el comportamiento de los niños

Cada vez es más frecuente el término “niños tiranos” a la hora de referirnos a niños con problemas actitudinales. Se trata de niños que hacen y deshacen a su antojo aunque ello suponga desobedecer a sus padres. Para concretarlo detalladamente, explicaremos las características principales que los identifican:

  • Baja autoestima: son niños inseguros, que recubren su propia desconfianza con malas conductas.
  • Baja tolerancia a la frustración: tienen grandes dificultades para asimilar que no todo puede ser como ellos quieren. Por ello, ante una negativa, su reacción más frecuente es enfadarse, independientemente, de que estén o no en público.
  • Egocentrismo: consideran que el mundo gira entorno a ellos y que todo tiene que ser como ellos esperan que sea.
  • Escasa capacidad para resolver problemas: suelen contar con alguien que les soluciona todas aquellas dificultades que puedan tener por lo que, en general, no disponen de estrategias para desenvolverse correctamente en su día a día.
  • Nula empatía: no les importa hacer daño físico ni psicológico a los demás con sus comportamientos, si con ello consiguen lo que quieren.
  • Justificar sus conductas: raramente, reconocerán que son los responsables de lo que hacen. Es más, siempre procuran justificar sus acciones e, incluso, culpabilizan al resto.
  • Poner en duda los castigos de los padres: acusándolos de injustos y malos padres. Ello genera que sus progenitores se cuestionen los castigos elegidos con lo que, al final, tienden a ceder y, en consecuencia, una vez más los niños consiguen lo que desean.

Pero, ¿qué podemos hacer para cambiar esta situación y lograr una convivencia armónica entre los diferentes miembros de la familia?

  • Acordar entre los padres cómo será la educación del niño: este apartado resulta fundamental. Los padres tienen que llegar a un consenso sobre la educación de sus hijos y sobre cómo abordar las diferentes situaciones que se puedan presentar. De no ser así, los niños aprovecharán ese desajuste para conseguir lo que desean o lo que más les convenga.
  • Comunicar de manera asertiva: usando un tono de voz adecuado y promoviendo en los niños el turno de palabra. Con ello, dejamos de lado los gritos, insultos y reproches.
Problemas de conducta en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Establecer límites y normas firmes: evitando, en todo momento, modificarlos. Esto es, si decimos que algo determinado tiene una consecuencia, deberá tenerla. No podemos dejarlo en saco roto. Por ejemplo, si le hemos dicho que recoja sus juguetes y le amenazamos con que, si no lo hace, no podrá jugar con su preferido unos días, tenemos que mantenernos firmes y cumplirlo. Si no, ante esa situación, el niño sabrá perfectamente que, aunque haya una amenaza, nunca se cumple y, una vez más, terminará haciendo lo que quiere: no recoger los juguetes.
  • Fomentar la empatía: hacerles reflexionar sobre cómo pueden sentirse los demás ante determinadas situaciones y, en concreto, en relación a sus malas actitudes.
  • Juzgar únicamente su conducta: debemos reprochar sus actitudes, no a ellos globalmente como si se tratara de una característica estable de su persona. Es decir, si hace algo mal, debemos expresarle nuestro descontento con esa actitud, evitando hacer acusaciones sobre ellos. Por ejemplo, en vez de decirle “eres un malcriado”, podemos decirle “lo que hiciste no está bien”.
  • Promover el valor del esfuerzo: haciéndole comprender que si quiere algo, tiene que trabajar para poder conseguirlo.
  • Reforzar lo que hace bien: con ello les mostramos nuestra aprobación y orgullo, aumentando así su nivel de autoestima y reforzando esas conductas y actitudes positivas, que queremos promover.

Por último, indicar que es posible que no haya resultados inmediatos, si tenemos en cuenta que este modo de actuación está interiorizado por el niño. No obstante, no debemos tirar lo toalla. Tenemos que ser constantes y mantener nuestra postura para que el niño asuma, que las condiciones han cambiado. Además, si lo estimamos oportuno, podemos recurrir a un profesional que nos oriente sobre todo lo que podemos hacer para modificar adecuadamente estos problemas comportamentales.

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¿Son apropiados los contenidos televisivos para los adolescentes?

¿Son apropiados los contenidos televisivos para los adolescentes?

La televisión es un agente socializador, que actúa como modelo para los jóvenes, promoviendo creencias, valores y normas sociales mediante personajes e historias ficticias

A pesar de los diversos medios de comunicación con los que contamos en la actualidad, la televisión sigue siendo el preferido a la hora de entretenernos y, en concreto, las series y las películas en el caso de los adolescentes. Además, supone un fuerte agente de socialización para éstos, ya que influye en la trasmisión de un estilo de vida, así como en la adquisición de normas sociales, creencias y valores. Todo ello mediante personajes e historias ficticios que actúan como modelos a seguir.

Por ello, resulta importante supervisar y/o conocer los contenidos de las películas, programas o series preferidas de nuestros hijos con la finalidad de valorar si, verdaderamente, son o no aptos para ellos. Dicho esto, podríamos pensar: ¿acaso la programación no tiene una clasificación en función de las edades? Es aquí cuando nos hacemos conscientes de que, en la mayor parte de los casos, la programación se encuentra polarizada: o los contenidos son infantiles o, bien, se dirigen mayormente a un público adulto, hecho que suele ocurrir en horario de máxima audiencia, donde el objetivo es abarcar el mayor número de espectadores.

Partiendo de lo expuesto con anterioridad, veremos algunos mensajes que se transmiten habitualmente en este medio de comunicación (López et al., 2011):

  • Competitividad
  • Consumo: “tener es poder”
  • Culto al cuerpo y a la belleza
  • Falta de compromiso y de respeto intergeneracional
  • Individualismo
  • Infravaloración del intelecto
  • Inmadurez en los adultos y excesiva madurez en los niños
  • Ley del mínimo esfuerzo: “conseguir todo, sin hacer nada”
  • Sexismo
  • Violencia como recurso
Psicólogo para adolescentes en Paracuellos de Jarama y Miramadrid

Sin embargo, aunque en nuestro país no es algo recurrente, la televisión puede utilizarse con el objetivo de promover valores positivos y prevenir conductas de riesgo, añadiendo contenidos educativos a elementos televisivos. De esta manera, se logra acceder con cierta facilidad a los más jóvenes puesto que los mensajes no son tan obvios como podrían serlo los transmitidos por diferentes campañas de salud pública sobre el alcohol o el consumo de sustancias, por ejemplo (Brown y Walsh-Childers, 2002).

Referencias bibliográficas:

  • Brown, J.D. y Walsh-Childers, K. (2002). “Effects of Media on Personal and Public Health” en Media Effects: Advanced in Theory and Research. 2nd ed. New Jersey: LEA: 453-488.
  • López, N. et al. (2011). Preferencia juvenil en nuevos formatos de televisión: Tendencias de consumo en jóvenes de 14 a 25 años. Madrid: Observatorio del Ocio y Entretenimiento Digital

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¿Cualquier grado de ansiedad es malo?

¿Cualquier grado de ansiedad es malo?

Disponer de cierto grado de ansiedad, nos ayuda a desenvolvernos de manera eficaz en situaciones de la vida cotidiana que consideramos "amenazantes" como, por ejemplo, un examen o una entrevista de trabajo

La ansiedad la podemos definir como una anticipación a una situación desagradable, que nos desencadena preocupación e inquietud. A pesar de su aparente connotación negativa, en nuestro día a día, resulta fundamental contar con cierto grado de ansiedad puesto que nos permite tomar las medidas necesarias para hacer frente, de manera adecuada, a esas situaciones que consideramos "peligrosas". Por ejemplo, de cara a un examen es posible que, de no contar con cierto grado de preocupación, no nos esmeremos en prepararlo y, en consecuencia, los resultados no sean los esperados.

Dicho esto, resulta interesante distinguir entre dos tipos de ansiedad:

  • Ansiedad como estado: alude a un estado emocional transitorio propio de un evento concreto, que percibimos como amenazante.
  • Ansiedad como rasgo: hace referencia a una tendencia a percibir cualquier situación, por simple que nos pueda parecer, como peligrosa o problemática. Es por ello, que las personas que suelen presentar este tipo ansiedad son más propensas a desarrollar trastornos relacionados.
Psicólogo para ansiedad en Paracuellos de Jarama y Miramadrid

Es de importancia señalar que cuando la preocupación supera cierto grado de intensidad, así como su función adaptativa, nos encontramos ante un trastorno de ansiedad. En él, la persona se encuentra muy nerviosa y con un temor excesivo, presentando, en muchos casos, pensamientos intrusivos, irritabilidad, dificultades para concentrarse y sensación de desbordamiento a nivel psicológico. De igual forma, a nivel físico, podría tener palpitaciones, sudoración excesiva, disnea o problemas digestivos.

Por tanto, este grado de ansiedad supondría un malestar significativo en la persona hasta el punto de generarle un problema para desenvolverse correctamente en los diferentes ámbitos de su vida. En consecuencia, es posible que una opción recurrente sea la evitación de aquellas situaciones que le generen incomodidad.

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¿Qué puedo hacer para potenciar la motricidad fina de mis hijos?

¿Qué puedo hacer para potenciar la motricidad fina de mis hijos?

Dibujar, hacer manualidades y jugar con mosaicos y legos son algunas formas de potenciar la motricidad fina de una manera dinámica y divertida

Al hablar de motricidad fina, nos referimos a la coordinación conjunta de ojos, manos y músculos cortos, que nos permite hacer movimientos muy precisos y necesarios en nuestro día a día como, por ejemplo, escribir. Dicho esto y dada su gran importancia, a continuación, daremos algunos consejos para potenciarla en casa de una manera lúdica y amena, teniendo en cuenta que deberán ser adaptados a la edad y nivel madurativo de cada niño/a.

  • Dibujar o pintar: resulta muy útil en el desarrollo de la grafomotricidad y la creatividad. Podemos recurrir a lápices, brochas e, incluso, ¡a las manos y dedos!
  • Enhebrar: cuendas o macarrones para hacer collares, pulseras y serpientes; o cordones de zapatos o deportivas, logrando nuestro propósito mediante una actividad cotidiana.
  • Hacer manualidades: es una buena y completa opción para trabajar la motricidad fina de una manera entretenida En ellas, pintamos, recortamos, pegamos, doblamos…en definitiva, hacemos un montón de actividades diferentes pero con un objetivo común.
Psicomotricidad en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Moldear: con algún tipo de masa, arcilla o plastilina, puesto que implica el manejo tanto de las manos como de los dedos para el uso de utensilios o a modo de herramientas para dar forma, aplastar o cortar. Hacer galletas o alguna receta similar, podría ser una buena opción para trabajar la motricidad fina y, al mismo tiempo, pasar un buen rato en familia.
  • Jugar con:

ο Mosaicos y pinchos: se trata de hacer formas de animales o cosas, encajando o atornillando pequeñas piezas. Con ellos, no sólo trabajamos la motricidad sino, también, la orientación espacial.

ο Pegatinas: podemos recurrir a libros de pegatinas en los que los niños puedan pegar y despegar a sus personajes favoritos todas las veces que deseen.

ο Legos y similares: construyendo, se trabaja el pinzado y la precisión ojo-mano y, además, se desarrolla la visión espacial, la simetría y la creatividad.

  • Recortar: formas, dibujos, envoltorios de alimentos…cualquier excusa es buena para usar las tijeras.

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5 maneras de mejorar una relación de pareja

5 maneras de mejorar una relación de pareja

Ser empático, conversar de manera asertiva, demostrar afecto, decir lo que nos gusta del otro y compartir vivencias, resultan ser pautas imprescindibles para mejorar una relación de pareja

Las relaciones de pareja son la opción más escogida por las personas y suponen uno de los vínculos más importantes de sus vidas. En ellas, se comparte la mayor parte del tiempo y se experimentan vivencias y proyectos en común, basados en cuatro pilares fundamentales: el afecto, la comunicación, la confianza y el respeto mutuo. Sin embargo, en ocasiones, pueden surgir conflictos, que pueden repercutir en alguno de los citados pilares, originando, en el peor de los casos, una ruptura. Por ello, les ofrecemos cinco pautas con las que podrán mejorar vuestra relación de pareja.

  • Escucha: es usual que, en una conversación o discusión, focalicemos nuestra atención en aquello en lo que hay un desacuerdo con el objetivo de responder para reafirmar nuestra postura. Pero, ¿realmente ganamos algo? Claramente no, sólo generamos una fuente más de conflictos. Por ello, resulta fundamental mostrarnos empáticos con la otra persona, procurando entender su perspectiva. De esta manera, podemos saber qué siente y piensa con exactitud y, además, mejoramos la confianza de la pareja, ya que sabrá que, aunque puedan haber diferencias, puede confiar en ti para decirte cualquier cosa porque no le juzgarás.
  • Dialoga: al igual que en cualquier tipo de relación, el estilo comunicativo más adecuado es el asertivo. Con él, olvidamos las malas contestaciones, los gritos y reproches en los que no faltan los “siempre” y los “nunca” e intentamos llegar a un consenso en el que se tienen en cuenta los deseos, derechos y necesidades de ambas partes. De primeras, podemos pensar que es algo complicado y más si la otra persona tiende a actuar de manera agresiva pero, si mantenemos el tono y cuidamos nuestro lenguaje, lograremos hacer que nuestra pareja logre calmarse y se dirija a nosotros de la misma manera.
  • Demuestra: aprovecha cualquier ocasión para decirle y demostrarle que le quieres, ya sea con besos, abrazos o cualquier detalle (no necesariamente material), que a tu pareja le pueda gustar. Con esto, le hacemos sentir que para nosotros es una persona importante y especial.
Crisis de pareja y terapia de pareja en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Refuerza: a veces, el día a día nos hace pasar de largo esas pequeñas cosas que nos gusta de nuestra pareja o, peor aún, nos hace dar por hecho que la otra persona sabe qué es lo que nos gusta de ella y, en consecuencia, nos limitamos a callar. ¿Acaso nuestra pareja es adivina? Obviamente, no. Por ello, es importante hacerle saber lo que nos gusta de ella, lo que nos gusta que haga, etc. Ello fomentará el buen ambiente en la relación e incrementará esas actitudes.
  • Comparte: en una relación de pareja, resulta necesario pasar tiempo juntos de calidad, donde tenga lugar el diálogo y la complicidad entre ambos. Esto, puede darse en tareas cooperativas y simultáneas de la vida cotidiana como cocinar o hacer la limpieza; o, bien, en otro tipo de actividades como podrían ser: la ideación de proyectos en conjunto, la planificación de un viaje u otras actividades de ocio. Con ellas conseguimos, principalmente, mejorar la confianza entre ambos y la sensación de unidad, de equipo.

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¿Es necesaria una evaluación previa a la intervención psicológica?

¿Es necesaria una evaluación previa a la intervención psicológica?

La evaluación psicológica y psicopedagógica permite saber, de manera objetiva, la situación de partida del individuo y, de igual forma, medir su evolución, facilitando una atención personalizada de las necesidades de cada persona

Centrándonos en la evaluación infanto-juvenil, podemos decir que, con frecuencia, muchos padres acuden a gabinetes solicitando una intervención específica, por ejemplo, para mejorar la comprensión lectora o, bien, adquirir herramientas que faciliten el estudio, ya que su hijo/a tiene dificultades en entender lo leído y/o bajo rendimiento académico.

Sin embargo, es usual que, tras una evaluación psicológica o psicopedagógica previa a la intervención, se observe que esas problemáticas son sólo una consecuencia más de otra. Continuando con los ejemplos anteriores, podríamos estar hablando de dislexia o de déficit de atención (TDAH) aunque es cierto que no siempre tener una dificultad supone la existencia de un trastorno. 

En cualquier caso, una evaluación previa resulta fundamental para detectar o descartar aspectos que puedan estar influyendo en las dificultades presentes en la persona, ya que, en función de los resultados y, por tanto, de las necesidades detectadas, la intervención se enfocará en trabajar unas áreas u otras. Esto es: en el caso de un/a niño/a con déficit de atención, más que ofrecer técnicas de estudio, nos centraríamos en mejorar su capacidad atencional y organizativa puesto que, de esa manera, atenuamos la raíz de sus dificultades, eliminando y/o reduciendo las problemáticas producto de las mismas y repercutiendo positivamente en su rendimiento escolar. De no contar con la mencionada evaluación y basándonos únicamente en la petición inicial, es probable que el resultado fuese arrastrar el problema y sembrar la frustración en la persona, dado que, a pesar aprender herramientas para mejorar el estudio, continuaría teniendo un rendimiento escolar inferior al esperado.

Evaluación e intervención psicológica para niños y adolescentes en Paracuellos de Jarama y Miramadrid

Otra aportación de este tipo de evaluaciones de cara a la intervención, es la posibilidad de conocer de manera objetiva el punto de partida de la persona, permitiendo cuantificar y contrastar en el tiempo los avances obtenidos. De no contar con él, podemos intuir o imaginar el cambio pero, en ningún caso, valorarlo ni barajear alternativas de trabajo más acordes y eficaces para el niño o la niña. 

Dicho esto, podemos concluir que las evaluaciones tanto psicológicas como psicopedagógicas, resultan de vital importancia para llevar a cabo una correcta intervención basada en las necesidades cuantificadas de la persona. Del mismo modo, nos ayudan a verificar el cambio y a tomar las medidas pertinentes en el caso de no obtenerse el resultado esperado.
 

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