¿Qué factores influyen en el inicio del consumo de cannabis?

¿Qué factores influyen en el inicio del consumo de cannabis?

Las malas relaciones con los padres, los problemas de conducta y el desinterés académico pueden ser detonantes en el inicio del consumo de cannabis

El cannabis o marihuana es un término genérico empleado para referirnos a los diversos componentes psicoactivos de la planta del cannabis. En España y, en general, en los países desarrollados, su consumo está asociado a factores sociales como la disponibilidad de la droga o el consumo de tabaco o alcohol a edades tempranas; así como a entornos en los que ese consumo es aceptado como, podría ocurrir, en un grupo de amigos (Lascala, Friesthler & Gruenwald, 2005). Sin embargo, no debemos olvidar que también entran en juego otros factores, muchos de ellos de carácter personal, como:

  • Amistades: al igual que comentamos con anterioridad, es más probable que se inicie un consumo, si el círculo de amigos está formado por sujetos consumidores de ésta u otras drogas. En este caso, no sólo hay un acceso fácil a la sustancia sino que el consumo puede tener lugar como consecuencia de la presión social o, bien, en un intento de sentir aceptación por el grupo.
  • Conducta: las personas que se niegan a seguir las normas sociales, con trastorno de conducta desafiante o que presentaron problemas de conducta en la infancia son más propensas al consumo.
  • Indiferencia hacia el estudio: el desinterés académico o, incluso, el fracaso o abandono escolar actúan como señales de alarma. En cambio, las personas implicadas en él, que obtienen buenos resultados académicos, tienen menos posibilidades de caer en el cannabis.
Tratamiento de adicciones en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Personalidad: el deseo constante de buscar experiencias y/o sensaciones nuevas predispone, de igual forma, al consumo.
  • Relaciones familiares: malas relaciones y conflictos constantes con los padres resultan ser factores de riesgo de gran importancia. En contraposición, un entorno familiar positivo y una atención constante, por parte de los ascendientes, supone un elemento protector.

En cualquier caso, siempre hay lugar para la prevención por lo que formar a los adolescentes sobre esta sustancia, eliminando creencias erróneas y dando a conocer sus implicaciones tanto a corto como a largo plazo, es esencial.

Referencias bibliográficas:

  • Lascala E., Friesthler, B. & Gruenwald, P. (2005). Population ecologies of drug use, drinking and related problems. En: Stockwell, T., Gruenwald, P., Toumbourou, J. et al. Preventing harmful substance use: the evidence base for policy and practice. Chichester: John Wiley & Sons.

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5 formas de promover la autonomía personal en los niños

5 formas de promover la autonomía personal en los niños

Calcular el tiempo que pueda requerir nuestro hijo en realizar una determinada tarea y evitar la perfección son algunos aspectos, que debemos tener en cuenta, si queremos desarrollar su autonomía personal

La autonomía personal hace referencia a la facultad que tienen las personas para desenvolverse eficazmente por sí mismas. Por ello, es necesario que su desarrollo tenga lugar desde los primeros años de vida con el fin de suscitar: la responsabilidad, la iniciativa y evitar, a toda costa, la sobreprotección. Esto es: siempre que la actividad o tarea no conlleve ningún tipo de peligro y, por supuesto, sea acorde a la edad del menor, deberá hacerla él mismo. Además, nosotros como padres debemos:

  • Dar responsabilidades: se le puede pedir su colaboración en tareas simples de la vida cotidiana como poner la mesa o juntar los calcetines del mismo par. Con esto, el niño se sentirá partícipe en la vida familiar y, de esta forma, no sólo fomentaremos su autonomía sino también su sentimiento de valía al confiar en sus capacidades.
  • Evitar la perfección: no pasa nada porque se equivoque en una determinada tarea o no la haga tan bien como esperamos. Lo importante es que lo intente. Además, con la práctica, seguramente, la hará ¡incluso mejor que nosotros!
  • Favorecer la experimentación: en contextos seguros y con supervisión. Se trata, pues, de un aprendizaje experiencial en el que el niño adquiere conocimientos, que favorecerán su autonomía. Por ejemplo, podemos enseñarle que, si ponemos una cazuela al fuego, de primeras estará fría pero, conforme vaya pasando el tiempo, irá incrementando su temperatura hasta poder quemarnos. De este modo, el niño tomará conciencia de su peligrosidad y, en futuras ocasiones, sabrá tomar las medidas necesarias para protegerse.
  • Prever el tiempo: los niños, por su condición, suelen tardar mucho más tiempo que nosotros en realizar una determinada actividad. Por esta razón, para evitar agobiarles o terminar nosotros haciéndola por él, debemos calcular el tiempo que les pueda llevar y organizarnos en función del mismo.
Autonomía personal en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Reforzar positivamente: de esta forma, conseguiremos repetir el comportamiento deseado y, además, incitaremos el esfuerzo por mejorarlo. Por ejemplo, si le cuesta atarse los cordones de los zapatos, podemos decirle: ¡Qué bien te has puesto hoy los zapatos!

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¿Qué puedo hacer si mi hijo no quiere ir al colegio?

¿Qué puedo hacer si mi hijo no quiere ir al colegio?

Es necesario hallar el motivo por el que el niño no quiere acudir al centro escolar, ya que conocerlo será determinante en nuestra manera de actuar y, por tanto, de poner remedio a la situación

El colegio es un centro en el que, tanto niños como niñas, pasan gran parte del día, aprendiendo e interactuando unos con otros.

Para algunos puede ser una experiencia enriquecedora pero para otros puede convertirse en un lugar lleno de estresores, relativamente estables en el tiempo. Entre los más habituales, debemos destacar: las dificultades del aprendizaje y el acoso escolar. Dicho esto, daremos una serie de pautas a seguir en el caso de que nuestro hijo se niegue, repetidamente, a ir a clase:

  • Buscar el motivo: ¿por qué mi hijo no quiere ir al colegio? ¿Desde cuándo se da esta situación? ¿Ha habido algún cambio (mudanzas, malas calificaciones, cambio de grupo...)? Este punto es imprescindible porque de él dependerá nuestra actuación.
  • Fomentar una adecuada comunicación: si queremos que nuestro hijo tenga la confianza suficiente como para decirnos lo que le ocurre, es necesario que cultivemos una estrecha relación con él, basada en la comprensión. Es decir, en ningún caso, debemos restar importancia a lo que nos diga porque, de ser así, lo que conseguiremos es que el niño omita información al pensar que lo que nos pueda contar carecerá de valor para nosotros.
Bullying en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Hablar con el profesorado: cuando la negativa a ir al colegio es recurrente, lo mejor es acudir al centro y hablar con los profesores. Ellos nos podrán orientar acerca de la actitud del niño en relación al estudio y sus compañeros; y, además, nos podrán ayudar a poner remedio a la situación.
  • Motivar: debemos centrar su atención en los aspectos positivos que tiene el colegio (aprendizaje, amigos, vivencias agradables de otros años, eventos, etc.) y ponernos como modelo, trasmitiéndole seguridad. Por ejemplo: “A mí me costaban algunas asignaturas pero estudiando mucho conseguí aprobarlas” o, bien, “A veces los niños se portaban mal conmigo pero lo hablábamos con ellos, sus padres y los profesores y conseguíamos arreglarlo”.
  • Planificar: el niño debe contar con una organización diaria (horas de sueño, de estudio, de juego, etc.), que favorezca su adaptación al horario escolar y le proporcione cierto grado de responsabilidad. De lo contrario, es posible que el niño acuda cansado y/o desmotivado y, en consecuencia, se vea reflejado no sólo en sus calificaciones sino en su predisposición a asistir a clase.

 

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¿Qué es la agorafobia?

¿Qué es la agorafobia?

¿Evitas salir de casa o estar solo por temor a que te ocurra algo y no haya nadie para socorrerte? De ser así, es posible que tengas agorafobia

La agorafobia es un trastorno de ansiedad caracterizado por miedo y/o evitación de situaciones y lugares considerados peligrosos. Además, dicha evitación responde a un pensamiento: no se podrá disponer de ayuda ni escapar en el supuesto de que haya un incidente o se sufra un ataque de pánico. De entre los temores más frecuentes, encontramos: salir de casa solo, ir en transporte público o las aglomeraciones.

Cabe señalar que, en caso de verse expuesta, la persona experimenta miedos desproporcionados y altos niveles de ansiedad, que le hacen huir a una zona en la que se sienta segura. De esta forma, refuerza las conductas de evitación y/o escape y, en consecuencia, comienza a restringir su vida: deja de visitar a su familia, de salir con amigos, de acudir al trabajo, de hacer la compra…hasta el punto de estar permanentemente en su vivienda y hacerse dependiente de otras personas. Es decir, el individuo termina haciendo del trastorno un estilo de vida, adaptándose a sus miedos y haciendo que su mundo gire en torno a ellos. Pero, ¿sabes qué se puede hacer para hacerle frente?

  • Cambiar pensamientos: es conveniente que reflexionemos sobre la veracidad de las ideas que nos rondan (en relación a la peligrosidad del entorno) y que las sustituyamos por otras más sensatas.
  • Centrar la atención en el objetivo: ante una aproximación a un escenario que consideremos peligroso, debemos centrarnos en lo que estamos haciendo y restar importancia a esas sensaciones propias de la ansiedad, que nos envuelven. De no ser así, lo único que conseguiremos será incrementarlas.
  • Enfrentar situaciones temidas: podemos hacer una jerarquía de situaciones y empezar a exponernos, inicialmente y de manera gradual, a aquellas que menos nos afecten. Así, lograremos tolerar ciertos niveles de ansiedad y, por tanto, sentir control.
Agorafobia en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Reforzar los avances: la exposición a nuestros miedos, el control de nuestros pensamientos, etc. El cambio no llega de un día para otro pero es importante que reconozcamos nuestras mejoras, por pequeñas que nos puedan parecer, con el fin de motivarnos y corroborar que somos capaces de vencer la agorafobia.

No obstante, a pesar de estas recomendaciones, si nos identificamos con esta sintomatología, lo mejor es que pidamos ayuda a un profesional antes de que la situación nos sobrepase y/o interfiera significativamente en los diferentes ámbitos de nuestra vida.

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¿Cómo afrontar una ruptura de pareja?

¿Cómo afrontar una ruptura de pareja?

Es conveniente que asumamos que ha llegado un cambio a nuestras vidas para poder, así, actuar en consecuencia y labrar nuestro propio camino

El amor de pareja es un sentimiento universal, que nos permite contar, a la vez, con un amigo, amante y compañero. No obstante, en ocasiones, ese amor tiene fecha de caducidad por lo que la pareja se rompe.

Llegado ese momento, podemos sumergirnos en una usual sensación de vacío e incalculable tristeza: nos falta un pilar fundamental en nuestras vidas, una persona con la que hemos compartido múltiples vivencias. Sin embargo, está de nuestra mano continuar bajo ese amasijo de emociones o, bien, comenzar a tomar medidas para atenuarlas y, progresivamente, recuperarnos. Dicho esto, ¿qué podemos hacer lograrlo?

  • Aceptar: de nada vale culpabilizarnos ni lamentarnos por todo lo que podíamos haber hecho para evitar la ruptura. Debemos asumir que ha llegado un cambio a nuestras vidas, una nueva etapa por vivir, seguramente, igual o mejor que la anterior. Todo depende de ti.
  • Creer en ti mismo: es posible que, en este momento, nos sintamos desdichados e, incluso, pensemos que no encontraremos a otra persona igual. Sin embargo, conviene tener en cuenta un dato importante: somos personas valiosas y, por supuesto, dignas de amor.
  • Hacer cosas que te gusten: es necesario dedicar parte de nuestro tiempo a nosotros mismos. Con ello, conseguiremos distraer nuestra mente y sentirnos mejor. El deporte, por ejemplo, puede ser una buena opción.
Psicólogo para ruptura de pareja en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Rodearte de amigos y familiares: el apoyo social es un elemento fundamental, que nos permite mitigar nuestro malestar. Nos ayuda a sentirnos escuchados, comprendidos y, sobre todo, queridos.
  • Ser independiente: debemos tener en cuenta que tener pareja es una libre elección, que debe sumarnos felicidad. Es decir, nosotros tenemos que estar satisfechos con nuestra vida y con nosotros mismos por lo que la pareja no debe ser nuestro único foco de bienestar.
  • Conocer gente nueva: no está de más ampliar nuestro entorno social con personas con las que tengamos determinadas afinidades o aspectos en común como, por ejemplo, los hijos. Y sí, has leído bien: los hijos. En contraposición a lo que solemos pensar, los hijos pueden ser un punto de unión. Existen grupos y apps de madres y padres separados que organizan reuniones con sus retoños ¿El objetivo? Conocer gente nueva, compartir experiencias y…¡cómo no! Pasar un buen rato en familia.

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5 claves para ayudar a tu hijo a superar sus miedos

5 claves para ayudar a tu hijo a superar sus miedos

Escucharle, aceptar sus miedos, invitarle a la reflexión y exponerle progresivamente al objeto fóbico son algunas de las medidas que podemos tomar para ayudar a nuestro hijo a superar sus temores

El miedo es una emoción básica, que cumple una función adaptativa: garantizar nuestra supervivencia. Es por ello que, en los niños, que aún no conocen totalmente el entorno ni su funcionamiento, es común observar temor a cosas a las que los adultos no damos importancia como determinados ruidos o personajes ficticios. Miedos que, con el paso del tiempo y una correcta gestión, van desapareciendo.

No obstante, ¿qué podemos hacer como padres para ayudar a nuestro hijo a superar sus temores?

  • Aceptar sus miedos: en ningún caso es de utilidad avergonzarle o regañarle, dado que con ello lo único que conseguimos es que el niño se sienta mal por algo que “no está de su mano”.
  • Ayudarle a analizarlos: es fundamental que prestemos atención a sus temores y le ayudemos a reflexionar sobre ellos y el nivel de peligro real que tienen.
  • Exponerle gradualmente: no se trata de forzarle ni exponerle de inmediato al objeto fóbico sino de llevarlo a cabo de manera paulatina. De esta manera, el niño irá comprobando por sí mismo que no ocurre nada ante esas situaciones u objetos y, por tanto, estará dispuesto a un mayor acercamiento.
Miedos y fobias infantiles en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Evitar juegos o películas de miedo o violencia: este apartado cobra especial importancia, ya que los menores pueden hacer interpretaciones erróneas sobre ellos y no diferenciar la ficción de lo que no lo es, dando lugar a un miedo o al mantenimiento de uno ya existente. Por ello, es conveniente informarse o, bien, guiarse por la clasificación por edades a la hora de valorar si unos determinados juegos o películas son o no los más apropiados para nuestros hijos.
  • Ser un modelo: los padres son, por excelencia, las personas de referencia para los niños. Por esta razón, pueden exponerse a las situaciones o elementos objeto de fobia con el fin de que el pequeño compruebe que no sucede nada y, en consecuencia, verifique que es una situación o elemento al que no tiene porqué temer.

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¿Qué es la mitomanía?

¿Qué es la mitomanía?

Entre otros aspectos, conlleva la exageración de la realidad con la finalidad de hacerla más atractiva y responder a las necesidades de la persona que la padece

La mitomanía alude a la necesidad patológica de transformar la realidad al contar o explicar un hecho por propia inseguridad, inconformismo o victimización. Se trata de un trastorno que hace que el individuo mienta con total naturalidad en su día a día y que sea con la mentira con la que se sienta verdaderamente cómodo. Todo ello, independientemente, del esfuerzo que implica la elaboración de un entramado de invenciones y, en consecuencia, su mantenimiento.

Además, dichas invenciones no suelen ser lo suficientemente fantásticas como para que podamos identificar que nos están mintiendo por lo que, en ocasiones, resulta complicado detectarlas. No obstante, es frecuente, que las mentiras vayan incrementando su magnitud hasta el punto de ser insostenibles.

Ahora bien, ¿qué aspectos caracterizan a una persona con mitomanía?

  • Ansiedad: la necesidad de estar en alerta en todo momento para poder encubrir sus mentiras y evitar ser descubierta, hace que la persona esté en constante tensión. Asimismo, la ansiedad puede aparecer como consecuencia de la frustración que le genera compararse con las demás personas y/o pensar que no tiene la vida que desea.
  • Autoconvencimiento: aunque resulte llamativo el sujeto puede llegar a creerse sus propias mentiras, identificándolas como situaciones reales y defendiéndolas en su totalidad.
  • Baja autoestima: resulta ser un apartado de gran importancia, que justifica la necesidad de mentir. La persona no está conforme consigo misma ni con su realidad por lo que la versiona para que sea como desea y, en consecuencia, se pueda sentir mejor.
Mitomanía o mentira compulsiva en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Comorbilidad: en ocasiones, es usual que la mitomanía se dé conjuntamente con otro trastorno, especialmente, de personalidad como podría ser el caso del Trastorno Narcisista o Histriónico de la Personalidad.
  • Exageración de la realidad: el individuo tiende a magnificar sus invenciones con el objetivo de hacerlas más interesantes y responder a sus necesidades. Por ejemplo, quien tenga como objetivo victimizarse, tenderá a exaltar e inventar situaciones negativas, omitiendo por completo las positivas.

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¿Hay personas que no saben vivir sin pareja?

¿Hay personas que no saben vivir sin pareja?

Efectivamente, hay personas para las que es vital tener una relación amorosa y es, entonces, cuando hablamos de la denominada dependencia emocional

Existen muchas personas que, tras una ruptura, no tardan en implicarse en otra relación ya que, para ellas, la vida sin pareja es inviable. Se trata de personas que se resisten a imaginar una vida en la que no haya un vínculo amoroso y que, además, temen considerablemente la soledad. Hablamos entonces de la llamada dependencia emocional. Dicha dependencia es un trastorno de personalidad que puede producirse no sólo en el marco de la pareja sino, también, en relación a familiares o amigos. De hecho, es frecuente que la persona haya tenido el mismo patrón actitudinal a lo largo de su vida pero sea identificado, con mayor facilidad, en el ámbito que nos compete.

Como característica principal, el individuo tiende a hacer que su mundo gire en torno a su pareja hasta el punto de anularse a sí mismo o, bien, vivir la relación negativamente. Es decir, se llega a idealizar a la pareja y a ejercer cierta sumisión ante ella con el único objetivo de conseguir su amor y aprobación. Pero, ¿qué factores están implicados en esa dependencia?

  • Ambiente familiar: en muchos casos, los individuos han crecido en un entorno de carencias afectivas: falta de atención, afecto o protección por lo que, de alguna forma, desean cubrir esos déficits con la pareja.
  • Baja autoestima: la persona tiene un autoconcepto negativo y, en consecuencia, considera que no es lo suficientemente buena para gustar y merecer el aprecio de nadie.
  • Miedo a la soledad: se teme que haya una ruptura y se vuelva a la soledad, a un mundo gris y sin sentido alguno sin esa persona. Es por ello que suele observarse un esfuerzo por agradar al otro, muchas veces, a costa del propio bienestar.
Dependencia emocional en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Modelos cercanos: es posible que, desde edades muy tempranas, la persona haya observado esa dependencia de un familiar a otro, especialmente, en madres y padres; y que haya normalizado esa situación.
  • Relaciones tóxicas: es común que, en relaciones previas, se hayan vivido malas experiencias de la mano de personas ambivalentes, de “ni contigo ni sin ti” y, por tanto, hayan generado ansiedad y miedo al abandono, que se traduce en ese esfuerzo constante de buscar la aceptación de pareja.

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¿Cómo promover la Inteligencia Emocional en los niños?

¿Cómo promover la Inteligencia Emocional en los niños?

Aprender a identificar, expresar y gestionar las emociones resulta fundamental para que los niños puedan disfrutar de una óptima y saludable Inteligencia Emocional

La Inteligencia Emocional es la capacidad que tenemos de identificar, entender y regular nuestras emociones, que nos ayuda a ser más felices y a establecer relaciones más saludables con las demás personas. Dicho esto, es de gran importancia cultivarla desde que somos muy pequeños y, en Amenara, te ayudamos a hacerlo mediante las siguientes estrategias:

  • Identificar: es conveniente ayudar al niño en la identificación de las diferentes emociones básicas: alegría, asco, enfado, miedo, sorpresa y tristeza. Para ello, previamente, debemos asegurarnos de que comprende el significado de cada una de ellas y, luego, podemos trabajarlas preguntándole, por ejemplo, qué tal ha ido el día y extrayendo de su respuesta diferentes escenarios. Esto es: si el niño nos dice que le han roto el juguete que había llevado al colegio, podemos alentarle a decir qué sintió en ese momento.
  • Expresar tus emociones: nosotros como padres actuamos como modelos de nuestros hijos tanto directa como indirectamente. Es por ello que, si nuestro objetivo es que aprendan a transmitir lo que les ocurre y lo que sienten, es importante que les demos ese ejemplo, contándoles cómo nos sentimos ante determinadas situaciones. Por ejemplo, “hoy estoy un poco triste porque han despedido a una gran compañera en el trabajo” o, bien, “me enfado mucho cuando no recogen la mesa”.
  • Regular: es posible que, en algún momento, los niños tengan una rabieta y, en consecuencia, tiendan a gritar o, incluso, a golpear a personas o cosas. Por ello, debemos ayudarles a canalizar esa emoción y a buscar una alternativa a ese tipo de conductas. Por ejemplo, podemos acondicionar con nuestro hijo un lugar en casa al que pueda recurrir cuando esté enfadado con el objetivo de relajarse. Cabe señalar que en él no deben faltar elementos que inviten a la tranquilidad como libros, música, plastilina o pinturas. De este modo, ante una rabieta, el niño acudirá a su rinconcito y, tras haberse relajado, podremos hablar con él sobre lo ocurrido.
  • Normalizar: debemos enseñarle que no está mal sentir una determinada emoción en un momento dado, es decir, que no pasa nada por estar triste, enfadado ni contento, dado que, simplemente, es el resultado de lo que un determinado evento nos hace sentir.
Inteligencia Emocional en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Trabajar la empatía: no se trata únicamente de conocernos y saber cómo nos sentimos sino de tener en cuenta cómo lo que hacemos o decimos puede repercutir en las emociones de las demás personas. Por ello, si por ejemplo, nuestro hijo ha empujado a un niño, deberemos ayudarle a reflexionar sobre cómo se habrá sentido ese niño y porqué. Cabe señalar que la empatía, también, la podemos trabajar por medio de cuentos: ¿cómo se puede sentir este personaje? ¿por qué has llegado a esa conclusión? De este modo, no sólo fomentamos el desarrollo de la empatía de nuestro hijo sino también la lectura.

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6 trucos para lograr tus propósitos de año nuevo

6 trucos para lograr tus propósitos de año nuevo

Establecer acciones que nos ayuden a cumplir nuestros objetivos, enumerarlas y planificarlas son algunas de las estrategias para hacer realidad aquello que te propongas  

Con el comienzo del nuevo año, es habitual que muchas personas quieran un cambio en sus vidas: dejar malas costumbres, hacer más deporte, bajar de peso, etc. Sin embargo, frecuentemente, esa intencionalidad se queda en saco roto y continuamos igual. Para evitarlo, les daremos 6 trucos para conseguir hacer realidad nuestros propósitos.

  • Establecer objetivos: claros y realistas, concretándolos lo más detalladamente posible. Por ejemplo, debemos evitar las ideas del tipo “quiero ser más feliz” o “quiero bajar peso” puesto que resultan ser un tanto abstractas y, por el contrario, intentar materializarlas en acciones que nos ayuden a cumplir nuestros propósitos: “viajar más”, “pasar más tiempo en familia”, “ir al gimnasio dos días a la semana” o “bajar 10 kilos”.
  • Enumerar: deberemos señalar todas aquellas acciones que tendremos que hacer para lograr nuestros objetivos. Por ejemplo, en el caso de querer bajar de peso, podríamos decir: 1. Recurrir a un/una dietista para que nos haga un seguimiento y nos de unas pautas de alimentación; 2.Hacer ejercicio físico dos días a la semana; 3. Evitar comer entre horas; 4. Usar el coche o el transporte público sólo cuando sea estrictamente necesario, etc.
  • Priorizar: en el caso de tener más de un propósito, es importante priorizar y comenzar por uno de ellos puesto que, de esta forma, nos resultará más sencillo conseguir lo que nos propongamos y evitar la saturación de múltiples cambios simultáneos. Recuerden que “el que mucho abarca, poco aprieta” y, en este caso, no va a ser menos.
  • Planificar: tenemos que saber cómo, cuándo y dónde. Para ello, podemos hacer un horario o recurrir a un calendario convencional en el que detallaremos nuestro plan de acción. Por ejemplo, el próximo lunes me apuntaré al gimnasio e iré, regularmente, los martes y jueves de 19:00 a 20:00h. Es de importancia señalar que resulta fundamental poner fechas porque, de lo contrario, tenderemos a la procrastinación y, en consecuencia, irán pasando los días y las semanas y nunca será el momento adecuado para empezar.
Cómo lograr los propósitos de año nuevo
  • Poner metas a corto plazo: con ellas evitaremos la desmotivación y el abandono de nuestro plan de acción en situaciones en las que, nuestro objetivo final, no tiene lugar de manera inmediata. Por ejemplo, podemos querer bajar 15 kilos, objetivo que podría llevarnos varios meses. No obstante, para evitar caer en la sensación de no llegar al peso deseado a pesar de nuestro esfuerzo, podemos establecernos metas mensuales con ayuda de un profesional como bajar, al menos, medio kilo. Así, no sólo nos sentiremos satisfechos de nuestros logros sino que contaremos con la motivación suficiente para continuar nuestra labor.
  • Creer en ti: este punto resulta fundamental. Al proponernos un cambio, debemos confiar en nuestra capacidad de llevarlo a cabo y, por supuesto, de conseguirlo. De no ser así, es probable que, ante el primer obstáculo, nuestra tendencia sea darnos por vencidos. Del mismo modo, debemos estar convencidos de querer ese cambio, es decir, de tener la suficiente motivación para hacer los esfuerzos que sean necesarios para lograrlo.

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