¿A qué llamamos disonancia cognitiva?

¿A qué llamamos disonancia cognitiva?

¿Qué es la disonancia cognitiva?

Un clásico ejemplo es la que experimentan los fumadores, que deben lidiar con dos ideas opuestas: el deseo de fumar y la certeza de que están dañando, considerablemente, su salud

Seguramente, alguna vez, te has saltado la dieta o la rutina de gimnasio a pesar de que, incluso, haya podido ser recomendada por un especialista; o, de manera similar, le has intentado quitar valor a algo que quieres pero sabes que, en ese momento, no puedes tener. Pues bien, si te ha pasado esto o algo similar, has lidiado con la disonancia cognitiva.

¿Qué es la disonancia cognitiva?

Se trata de la necesidad que tenemos las personas de mantener cierta coherencia entre nuestras creencias y acciones, es decir, entre lo que pensamos y hacemos.

De este modo, una persona que actúe de manera opuesta a lo que considera correcto, intentará justificar su comportamiento para, poder así, mantener cierta armonía interna. Por lo tanto, la disonancia cognitiva sería la manera con la que nos autojustificamos por todo aquello que hacemos y que consideramos incorrecto.

¿Qué es la disonancia cognitiva?

¿Qué es la disonancia cognitiva?

Como es de esperar, en esa búsqueda de armonía, podemos caer en el autoengaño, aceptando como real un argumento con el que hemos pretendido explicar nuestras acciones. Por ejemplo, podemos ser conscientes de que fumar es nocivo para la salud pero podríamos aferrarnos a algún mito que justifique el hecho de fumar y, en consecuencia, reduzca nuestro malestar por tener dos ideas opuestas: “debo estar sano” y “quiero fumar”. Esto es: “si dejo de fumar lo pasaré fatal, será peor el remedio que la enfermedad”. Se sabe que los primeros días podrían ser difíciles pero, en realidad, los beneficios tanto a corto como a largo plazo serían evidentes. Por ello, es importante: analizar con detenimiento aquellas ideas y/o pensamientos que podrían perjudicarnos; y darnos la oportunidad de comprender y aceptar la realidad.

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¿Por qué son tan importantes nuestros pensamientos?

¿Por qué son tan importantes nuestros pensamientos?

Los pensamientos y expectativas, que tenemos sobre nosotros mismos, determinan nuestra manera de actuar e interfieren directamente tanto en nuestro autoconcepto como en nuestra autoestima

Con frecuencia, desde que somos muy pequeños, nos vemos envueltos en comentarios y expectativas de la mano de las personas de nuestro entorno sobre cómo seremos o qué haremos. Todos ellos relativos a gustos, forma de ser e, incluso, a nuestra carrera profesional.

A medida que vamos creciendo, esas creencias se fusionan con las propias y, en consecuencia, condicionan cada conducta o actitud a lo largo de nuestra vida, orientándonos a seleccionar y/o aceptar aquellas ideas acordes a lo que pensamos o se espera de nosotros. Dicho esto, podemos diferenciar entre dos conceptos que, aunque se relacionan entre sí, difieren en algunos aspectos:

  • Efecto Pigmalión: hace referencia a los pensamientos que podemos tener acerca de otra persona que, sin darnos cuenta, promueven que actúe como se espera de ella o, bien, asuma la creencia que se tiene sobre ella. Por ejemplo, si una madre considera torpe a su hijo y, constantemente, se lo hace saber directa o indirectamente, el niño terminará asumiendo esa condición y, por tanto, es de esperar que, entre otras cosas, deje de esmerarse en los estudios, argumentando que no tiene sentido esforzarse si es torpe. Por el contrario, si una madre piensa que su hijo es muy avispado, ese pensamiento se verá reflejado positivamente en la actitud del niño, ya que es posible que éste se encuentre más motivado al estudio al considerar que puede con ello sin dificultad.
Modificación de pensamiento en Paracuellos de Jarama y Miramadrid
  • Profecía autocumplida: alude a los pensamientos que tenemos sobre nosotros mismos, que de manera similar al caso anterior, condicionan lo que hacemos y acaban confirmando nuestras creencias. Siguiendo con el ejemplo anterior, si un niño piensa que es torpe, hace un examen y suspende, una vez más, corroborará y reforzará su creencia. En contraposición, si un niño confía en que podrá desenvolverse sin dificultad en un examen, es más probable que obtenga una buena calificación.

Partiendo de lo expuesto con anterioridad, resulta fundamental tomar conciencia de la implicación que pueden tener los pensamientos y expectativas tanto en la propia conducta como en la de las personas que nos rodean. Del mismo modo, es necesario señalar la repercusión que tienen en el autoconcepto y autoestima, especialmente, en el caso de los niños y adolescentes, que resultan ser más permeables.

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