El TDAH en adolescentes

El TDAH en adolescentes

Los síntomas del Déficit de Atención se manifiestan de diferente manera en función de la etapa evolutiva en la que se encuentre cada persona

Para muchos adolescentes, la pubertad y los cambios asociados a ella, como el paso de la educación primaria a la secundaria, suponen un reto con el que puede verse mermada su capacidad de afrontamiento. Se exige mayor responsabilidad, autonomía, organización, capacidad de decisión y exigencia social.

En aquellos que tienen alguna problemática asociada y, en concreto, en el caso de los adolescentes que presentan Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad, puede experimentarse frustración y pesimismo en relación a sus recursos y capacidades. Una problemática en la que cobra gran importancia la detección precoz y su consecuente intervención a fin de atenuar lo máximo posible la sintomatología y promover una correcta adaptación a los diferentes entornos de los que forman parte.

TDAH en adolescentes

Dicho esto, debemos indicar que el trastorno se expresa de diferente manera según la edad. Por ejemplo, la hiperactividad es posible que deje de percibirse en la adolescencia y que, por tanto, los jóvenes logren mantenerse sentados por un largo periodo de tiempo. Sin embargo, ello no significa que les sea sencillo seguir el ritmo de las clases: el temario resulta cada vez más complejo y sus dificultades atencionales persisten. Las clases les parecerán largas y tediosas y su “vía de escape” será jugar con pequeños objetos como lápices o bolígrafos o, bien, mover reiteradamente manos y pies.

Algo similar ocurrirá con la planificación tanto personal como escolar. Les costará gestionar el tiempo y establecer prioridades. Por ejemplo, podrían confiarse con los plazos de entrega de trabajos y, como resultado, es posible que les falte tiempo o, incluso, se olviden de hacerlos.

TDAH en adolescentes

TDAH en adolescentes

Por otro lado, su carácter impulsivo seguirá presente, aspecto observable en su forma de hablar y actuar. Es decir, pueden hablar mucho y “sin filtro”, llegando, con relativa frecuencia, a decir algo y arrepentirse al instante. Todo ello dando lugar a conflictos con sus padres, profesores y grupo de iguales. Estos últimos tan importantes en esta etapa vital.

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¿Qué consecuencias tiene la sobreprotección de los hijos?

¿Qué consecuencias tiene la sobreprotección de los hijos?

La sobreprotección, lejos de ayudar a niños y adolescentes, los incapacita a lo largo del tiempo, dando lugar, en muchos casos, a problemas de ansiedad

Cualquier madre o padre desea lo mejor para sus hijos y hace lo que esté en su mano para ofrecerles la seguridad que necesitan tanto a nivel físico como emocional. Se trata de un acto innato que permite que los niños y adolescentes puedan explorar el mundo que les rodea y se desarrollen emocionalmente con el respaldo de sus padres.

En su extremo, dando rienda suelta a nuestros propios temores, puede implicar sobreprotección. Ésta, en vez de fomentar la autonomía, la autoestima y el autoconcepto de los mismos, resulta ser una acción limitante. Con ella, no estamos velando por el bienestar de los menores sino decidiendo por ellos, ejerciendo el control de su entorno y, por tanto, implica una serie de consecuencias que detallaremos a continuación.

  • Baja autoestima: a pesar de nuestra buena intencionalidad, con la sobreprotección estamos labrando en los niños numerosos mensajes implícitos de carácter negativo. Mensajes que, lejos de ayudarles, les incapacitan. Por ejemplo: “no soy capaz”, “puede pasarme algo malo” o “soy muy torpe”.
  • Dependencia de los demás: los menores no adquieren la autonomía necesaria para valerse por sí mismos. Pensarán que requieren de otros para lograr estar bien tanto física como emocionalmente, generando, con ello, una relación donde reine la dominancia y control hacia ellos.
  • Escasa tolerancia a la frustración: las personas aprendemos de cada una de nuestras experiencias. De esta manera, si a un niño no le damos la oportunidad de equivocarse, de fallar, el mínimo error será el caos. Cabe señalar que ello no sólo conlleva problemas con los posibles fallos que pueda cometer sino, también, dificulta el correcto manejo emocional.

Sobreprotección en niños

  • Ineficacia en la resolución de problemas: ¿si nunca hemos hecho una derivada, se puede esperar que la resolvamos? Pues la respuesta, seguramente, será que no. En la vida ocurre lo mismo: si no nos hemos enfrentado nunca a un problema, porque siempre hemos contado con alguien que nos lo resuelva, lo más probable es que no contemos con los recursos y estrategias necesarias para salir airosos de la situación. Por ello, resulta fundamental que los pequeños hagan frente a las problemáticas con las que podrían encontrarse. Siempre con nosotros, como padres, en un segundo plano, ofreciendo nuestro apoyo y ayuda en caso necesario.
Sobreprotección en niños

Sobreprotección en niños

  • Incapacidad para tomar decisiones: algo parecido a lo que ocurre en el apartado anterior, pasa a la hora de decidir cualquier cosa por simple que nos pueda parecer. Los niños sobreprotegidos buscarán siempre la aprobación de todo cuanto deseen hacer puesto que sentirán que ellos no pueden, que no son capaces, dado que no cuentan con recursos para ello.
  • Inseguridad y miedo: al mantenerlos en una espacie de burbuja, habrán enraizado ciertos mensajes que, como padres, sin darnos cuenta habremos trasmitido con el único objetivo de que estén a salvo. Entre ellos, la perspectiva de que el mundo más allá de las paredes del hogar es peligroso y se debe estar alerta en todo momento. Ello no sólo puede dar lugar a la inseguridad y al miedo sino, también, a trastornos de ansiedad.

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