Trucos para enseñar a los niños a resolver problemas matemáticos

Trucos para enseñar a los niños a resolver problemas matemáticos

Problemas matemáticas

La resolución de problemas matemáticos supone una de las mayores dificultades académicas durante la escolaridad, un reto para niños y no tan niños

Nos podríamos detener a hablar de algunas problemáticas que acentuarían la complejidad de la resolución de problemas matemáticos como, por ejemplo, las dificultades del aprendizaje como la discalculia o la dislexia. Sin embargo, se trata de algo generalizado, extrapolable a niños con unas habilidades y un rendimiento académico normativo. Dicho esto, ¿qué ocurre entonces para que un niño, que domine los diferentes cálculos y operaciones, cuente con dificultades para resolverlos? La respuesta radica en que, para su resolución, se requiere la aplicación conjunta de diferentes destrezas.

Resulta esencial un correcto desarrollo de la compresión lectora, que permita acceder al significado e interpretación del enunciado; y cierta capacidad de análisis abstracto, de razonamiento fluido, que ayude a la representación de las relaciones conceptuales entre elementos, así como a la identificación y correcta aplicación de los cálculos matemáticos. Este último aspecto es algo que, muchas veces, no se acaba de alentar. Esto es debido, entre otros motivos, a una poca variabilidad en los ejercicios, que invitan a una resolución mecánica y, en consecuencia, a no establecer una “rutina” de reflexión sobre los mismos por lo que, en cuanto hay un mínimo cambio, hace su aparición el bloqueo y el error.

Problemas matemáticas

Tras esta introducción, daremos una serie de pautas a seguir para resolver problemas correctamente.

  • Leer el enunciado. Es conveniente hacer una la lectura inicial para que el niño se haga una idea de lo que le podrían estar pidiendo; y, posteriormente, otra (o las que sean necesarias) pausadamente, subrayando aquellos datos relevantes con colores. Aquí, es el momento de pedirle que nos cuente lo leído con sus palabras y qué nos diga qué es lo que considera que se debería hallar. Así, no sólo comprobamos su comprensión, sino que le invitamos a razonar, es decir, si tiene que verbalizar lo que ha leído, reflexionará y relacionará la información.
Problemas matemáticas

Problemas matemáticas

  • Estructurar los datos. Aunque los hayamos subrayado, cuando debamos de analizarlos, es importante tenerlos de la manera más clara posible. Por ello, se puede hacer una distribución de tres apartados en el cuaderno: el primero para los datos que se proporcionan, el segundo para las operaciones que se deban realizar y, el último, para redactar la solución, dejando claro a qué hace referencia el resultado obtenido.
  • Representarlos con un pequeño dibujo o de manera manipulativa con alimentos u objetos, que tengamos por casa. Esto facilitará su análisis puesto que pasamos el contenido de lo abstracto a lo visual o tangible. Es de importancia indicar que, en el caso de que las cantidades a representar sean muy grandes sería conveniente simplificarlas. Por ejemplo: “Si tengo 589 cromos y le doy a un amigo 200, ¿cuántos cromos me quedan?”. Lo sustituiríamos por: “Si tengo 10 cromos y le doy a un amigo 3, ¿Cuántos cromos me quedan?”. De esta manera, no sólo se observa o palpa el problema sino que, además, se facilita, considerablemente, el razonamiento en torno a los cálculos que tendrían que llevarse a cabo.
  • Relacionar las operaciones con su significado. Frecuentemente, muchos niños, a pesar de controlar las operaciones y de haber comprendido el problema, tienen dificultades para relacionar los cálculos con su significado. Es decir, no acaban de entender que sumar sea juntar, que restar sea quitar, que multiplicar sea sumar un número varias veces o que dividir sea repartir en partes iguales. Por ello, resulta interesante que elaboren una pequeña cartilla, en la que aparezca esta información (a ser posible, acompañada de un ejemplo visual), que puedan emplear para facilitar su análisis.
  • Revisarlo. Hecho el ejercicio, es conveniente inculcar la necesidad de repasar y corregir posibles errores en su ejecución. Revisar si el resultado es lógico o el esperado en un primer momento; y, de detectar un fallo, evitar dar la respuesta. De esta manera, les invitaremos a repasar, nuevamente, los pasos anteriores (qué datos tenemos, qué hay que hallar, qué cálculos se deben hacer, etc..) con el objetivo de que sean ellos mismos los que piensen, los que den con la solución.

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